martes, 9 de abril de 2013

Presbiceriana


Hará año y medio que, de un día para otro, empecé a ser presbiceriana. Siendo la presbicia síntoma inequívoco de ancianidad, me alarmé y deprimí a la par. Sucedió tan de repente que no dejaba de sorprenderme cada vez que intentaba leer la cosa más absurda: la hora, el móvil, las fechas de caducidad. ¡Yo!, que al ser miope de cerca veo (veía) de lujo.


"Cuando se es joven, el cristalino del ojo es suave y flexible. Éste cambia su forma fácilmente, lo que le permite enfocar objetos cercanos y lejanos. Después de los 40 años de edad, el cristalino se vuelve más rígido. Debido a que el lente no puede cambiar de forma tan fácilmente como antes, actividades como la lectura o ver cosas a corta distancia es más difícil. Esta condición normal se denomina presbicia."
http://www.geteyesmart.org/eyesmart/diseases-es/presbicia.cfm


Los problemas son como la fregada, aún no lo tienes to fregao ya estás ensuciando algo. Así que, sin haber asumido aún mi tripa de cuarentona, ya era presbiceriana perdida.

Una vez pasada la sorpresa y resignada a la idea del declive, la caída libre, el salto al vacío, la falta total de facultades físicas y mentales, va y me doy cuenta de que mi cuerpo, rollo Robocop, se ha adaptado a la nueva situación a las mil maravillas. Instantáneamente las manos sitúan los objetos a la distancia perfecta, mi cabeza y mi cara gesticulan eficientes para que yo salga triunfante del reto de la visión certera cual rapaz de "El hombre y la tierra".

Crezco, sumo y sigo aprendiendo.










Aunque la frase de la foto tenga sustancia, ha sido
totalmente casual. Son los apuntes de Lengua que
tendría que estar estudiando ahora mismo.





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