domingo, 3 de febrero de 2013

La "Comunitat" que te da todo

Se irán las oscuras golondrinas del PP y ¿qué haremos en la “Comunitat” con ese rastro de babas de caracol enfermo que han dejado? La Rita caerá pronto, esperemos, después de veinte años. Franco gobernó cuarenta años y mirad qué España más arregladita ha dejado, España de perdón al sátiro, de miedosos compulsivos, mansos y generaciones adiestradas en un silencio apolítico. ¿Qué pasará después de veinte años de cultura casposa de Batalla de les Flors, Papa, Fórmula I y el catalán no es valenciano? ¿Qué haremos con los coches de caballos que pasean a turistas por la plaza de la Reina al más puro estilo sevillano, con los barrios degradados en pos de un centro de la ciudad blanqueado, impoluto y preparado para el saqueo de turistas ancianos, con esas masas falleras que toman la ciudad impunemente una vez al año?

Ciudad de las luces (no por la cantidad de intelectuales, sino por el número de farolas) que ha perdido todo su encanto de ciudad pequeña, golfa, díscola, estrafalaria, musical, folklórica y arrocera. Los listos, los que critican, los que piensan, los que escriben, los que bailan se fueron ya hace tiempo porque aquí solo hay futuro si te vistes de fallera y te presentas con tu banda a homenajes dignos de Risto. Aquí lo bonito es el brillo y el ruído, todo mejor cuanto más vacío de contenido. Los más más valencianos hablan la lengua de Rajoy, igual de mal hablada, lengua del régimen, elegante y marcial, “è”, “v”, “ll”, “ny”, “ç”, “ò” son malsonantes, antiestéticos, incluso subversivos.

El poder del Estado es devastador, para muestra un botón rojo, porque Rita tiene el corazón azul y los trajes rojos. Solo hay que pasear por València para ver en lo que se ha convertido: ciudad fea, provinciana y amarilla. El poder condena a los barrios a la fealdad y al olvido, construye edificios imposibles, inútiles, insostenibles y hacinados, carreteras, calles, semáforos, centros comerciales, puentes horribles con flores caras y campos de fútbol arruinados. El poder impone himnos, colores, lenguas y religiones. El poder no es ingenuo, nunca lo ha sido, ni inocente, trata de perpetuarse creando estructuras que le permitan asentarse allí para siempre, nos roba el dinero y, lo que es peor, el discurso, a base de acabar con nuestra cultura, ¿quién va a defender una lengua o un barrio que ya no existen?

Solo espero que esta mujer y este partido no ganen otras elecciones o nos veo a todos vestidos de la Falange, oyendo a Elena Francis, casándonos de blanco (eso sí, con muchos petardos) y yendo de retiro espiritual.


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1 comentario:

  1. Si vuelve a ganar Rita creo que deberíamos empadronarnos en otro sitio y fundar una nueva Valencia como Eneas y Troya.

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